jueves, 20 de octubre de 2011

Hao de

(Aviso para lectores ávidos de conocimientos acerca de China: Esta publicación no contiene nada relevante culturalmente hablando.)

Llevo tres semanas en China y sigo igual de contenta que el primer día. No me ha dado el tan famoso “pekinazo”, también conocido como “kunmingazo” o “culture shock”, así que todo va viento en popa a toda vela.

La semana ha sido bastante intensa y ya he empezado con la rutina: clases, intercambios lingüísticos con chinos, búsqueda de trabajo, estudio, fiestas, comidas en el 食堂 (comedor universitario), cafés (o donuts) con amigos, Internet en el Rainbow Coffee, novelas coreano-tailandesas… En fin, de todo un poco.

El domingo nada más llegar de Lijiang quedé con un chino para hacer intercambio lingüístico. Sin embargo, como su inglés era mucho mejor que mi chino, el señorito aprovechaba para hablar en inglés todo el rato. Así que puerta, 再见! Para hablar inglés todo el rato me voy a Guirilandia o que me pague, ea.

El lunes empecé las clases y fue un poco duro al principio. Entendía más o menos la mitad y mis compañeros eran un poco rancios conmigo por ser la nueva, pero ya le he cogido el ritmo a las clases y los compis se han acostumbrado a mí (y a la de tonterías que digo), así que ahora son más simpáticos. De hecho, dos de mis compañeras de clase son también compañeras de "piso", una coreana y una tailandesa, y son geniales. La otra noche fuimos a cenar a un restaurante coreano y la comida estaba riquísima.

El miércoles (pasado) fue el día estrella. Le escribí un email de agradecimiento a Gab (mi profe de traducción de chino de estos dos años atrás) por llevar a Jose a darnos aquella charla, pues eso ha sido lo que básicamente me ha traído aquí, y me contestó tan amorosamente que de haber estado enfrente de él le habría dado un megaabrazo. Por si eso fuera poco, me llamaron de una oferta de trabajo de profesora de inglés a la que acababa de enviar el currículum, y me hicieron una entrevista el jueves. Después me llamaron diciendo que me habían elegido para dar una clase de prueba el sábado, lo cual fue una experiencia muy bonita.

Eran niños de 5 años, súper traviesos y sin tener idea de inglés. Lo peor era que no me dejaban hablar en chino para dar la clase, porque el objetivo era que se les acostumbrara el oído, así que tuve que hacer uso de dibujos y mímica para que me entendieran un poco. Dos de los niños no quisieron entrar porque estaban acojonados, creo que porque jamás habían visto a nadie tan pálida, alta y con los ojos así xD Creo que lo hice bien: les puse nombres ingleses, les enseñé las letras y los colores, y lo más importante, me prestaban atención y repetían lo que decía.

El viernes me llamó Jose para tomar un café, aunque se alargó hasta la cena. Me presentó a su novieta china, que es súper simpática y no habla nada de inglés. Gracias a que él hacía de traductor, pude hablar bastante con ella e incluso hacer bromas. Se cachondeaba porque mi respuesta a todo lo que me contaba era siempre “Hao de” (Algo así como: “Vale”, “Ah”) o “Tai hao le” (“Qué bien”, “Genial”).

El sábado fuimos a una fiesta de cumpleaños en casa de unos brasileños profesores de baile. Fue como trasladarme de repente a Brasil, ya que también había comida brasileña. Después fuimos a una fiesta latina en The Camel Bar y luego a Kundu, la zona de las discotecas. Primero fuimos a The Mask, donde había música en directo, era un pub modernillo, así que aproveché para darlo todo a mi manera; y luego fuimos a Babi, una discoteca de pachangueo, donde una china me hizo un placaje del quince. Vino directa hacia mí, me abrazó súper fuerte y la tuve que empujar para quitármela de encima. Me dijo algo así como “Sígueme”. Sí, claro, ahora mismo te sigo, loca. Aún no tengo claro qué quería. Otra me quería invitar a algo que estaba bebiendo así por las buenas. A todo esto solo puedo sacar mi lado cani y decir: Johnny, la gente está muy loca.

En cuanto al ligoteo la cosa no va mal. Por fin un sitio donde los hombres toman la iniciativa y no tienen miedo. Eso sí, estos se toma muy a pecho lo de que a base de insistir se consiguen las cosas, porque son pesados hasta decir “Basta” o “别打扰我吧” (“Déjame en paz”). La buena noticia es que se me está acostumbrando la vista, aunque siguen sin atraerme. Tiempo al tiempo.

Y esa ha sido, en resumen, mi primera semana. Espero no haberos aburrido mucho. Tengo preparadas publicaciones más interesantes de temas como la comida de Yunnan o cosas con las que te encuentras aquí a diario y que en España no verías en la vida.

lunes, 10 de octubre de 2011

Women dou you yi ge jia, mingzi jiao Zhongguo

Buenas a todos, me he pasado toda la semana viajando por la provincia de Yunnan con tres chicas que también estudian chino (Felicity, Gabriela y Julia). Hemos estado en Dali, Lijiang, Shangri-la y el Salto del Tigre, nombres que seguramente os suenen a chino, jejeje. Pues bien, me aseguraré de que no se os olviden de ahora en adelante, porque son lugares con un encanto difícil de encontrar.


Mis palabras resultan insuficientes para describir la belleza de tales lugares, así que os os la voy a mostrar a través de imágenes. También os comentaré las cosas que me han llamado la atención a lo largo del viaje.

Llegamos a Dali (大理) por la noche, pues estuvimos en un atasco durante cinco horas. Me entretuve haciendo reír a los niños chinos de los coches que iban al lado de nuestro autobús. Dali estaba iluminada por luces rojas y nuestra cena estuvo amenizada por un cantante callejero que cantaba y tocaba muy bien. Una chinita amiga de Gabriela nos llevó a probar la comida típica de Dali, que nos resultó riquísima, al igual que los dulces típicos. Por supuesto todos los chinos querían hacerse fotos con nosotros y yo me partía de la risa. Pronto tendré que empezar a llevar gafas de sol como los famosos.

Al día siguiente fuimos al lago Erhai y, tras regatear, nos montamos en una barca con un señor que remaba. El señor resultó ser encantador. Me puse a hablar con él y lo que no entendía me lo apuntaba en una libreta. Nos hicieron una foto y después me apuntó su dirección y su número de teléfono. Me dijo que le enviara la foto y me enseñó la única foto que tenía, pequeña y en blanco y negro, de cuando hizo la mili con sus compañeros. Enseguida entendí el valor de tal regalo y la ilusión que le haría recibirla.
 Lago Erhai 洱海湖


Un pescador del lago

Después fuimos a dar una vuelta por los alrededores y vimos muchos cultivos y agricultores trabajando duro al lado de templos preciosos. No dejábamos de cantar una canción que nos enseñó Gabriela: “Women dou you yi ge jia, mingzi jiao Zhongguo” (Todos tenemos un hogar, se llama China).
Templo al lado de cultivos

Fuimos a un pueblo perdido de la mano de Dios, donde todo el mundo nos miraba como si fuésemos alienígenas y luego fuimos a las Tres Pagodas.

Entrada a las Tres Pagodas

Por la noche, quedamos con unos amigos de mis compañeras de viaje que también estudian chino en Kunming. Fuimos a un pub de extranjeros donde tenían puestos a los Arctic Monkeys y luego fuimos a The Dali Hump, también lleno de extranjeros.
No tengo fotos de ese paraíso terrenal porque creo que estaba demasiado ocupada disfrutando del momento (mirando a todos los guiris guapos :P).

Al día siguiente partimos hacia Lijiang (丽江). Nos encontramos con dos chinos de Cantón que querían ayudarnos a encontrar el hostal pero que, más que ayudar, dificultaron la labor. Tuvimos chinos para rato. Me perdí con uno de ellos y casi me suicido porque su mandarín era feísimo y su inglés, incomprensible, así que no entendía nada de lo que decía. Al día siguiente nos estuvieron buscando durante todo el día. Nos decían por teléfono: “We are gonna find you, you need our help”. No sé cómo hicimos para no verlos más, pero fue todo un alivio.

Lijiang es muy turístico. La ciudad vieja estaba llena de chinos y de tiendas. Afortunadamente, Gabriela descubrió el parque donde están el puente y el templo de la fotografía que tengo puesta de salvapantallas y allí estuvimos bailando con un grupo de chinos.
 Templo

Puente

Lograr ir a aquel lugar era el objetivo de mi viaje, “turísticamente” hablando, así que ya estaba totalmente satisfecha. No imaginaba que lo mejor estaba aún por llegar.

Nunca antes había oído hablar de Shangri-la (香各理拉), así que no me esperaba gran cosa de ella. Fue llegar y ver los edificios de colores iluminados por el Sol y sentirme en la tierra prometida.
 Uno de los edificios de colores

Shangri-la se encuentra muy cerca del Tibet, por lo que presenta una gran influencia tibetana. Edificios coloridos, yaks, un gran monasterio, minorías étnicas, comida típica tibetana, templos budistas…
Niño montado en un yak

Oraciones budistas alrededor del templo

Templo budista
Panorama desde la plaza central de Shangri-la

Estuvimos bailando con unos chinos de la minoría étnica Naxi. Fue muy divertido. Era un lugar tan enigmático que me dieron ganas de quedarme ahí. Conocimos a unos indonesios geniales y pasamos casi todo el tiempo con ellos. Probamos la comida tibetana, y estaba rica, aunque a los que probaron la carne de yak y el té tibetano no les gustaron.

Al día siguiente fuimos al Salto del Tigre (虎跳峡), aunque yo no pude subir a la cima, porque estaba ya cansadísima, pero lo que vi me gustó muchísimo. El paisaje era espectacular.

El Salto del Tigre, efectivamente

Volví el sábado por la noche a Kunming. Me monté por primera vez en un "sleeper train" y me gustó, aunque yo era el mono de feria de todos los chinos con los que compartía litera :P

En definitiva, ha sido un viaje fantástico y espero poder volver a Shangri-la y a Dali en algún momento en el futuro. Se me han quedado muchas cosas en el tintero, pero las iré comentando en mis siguientes publicaciones. ¡Venid a China!